Los primeros que consiguieron criar el canario en cautividad fueron unos monjes españoles, que durante un siglo solo se estuvieron desprendiendo de los machos, con lo que mantenían el monopolio. Desde aquí se fueron comercializando y extendiendo a toda Europa, adquiriendo una fuerte demanda y expansión en los siglos XIV, XV y XVI.
A mediados del siglo XV navegantes holandeses transportaron numerosos ejemplares a los Paises Bajos.
La llegada a Italia, se cree, fue debida al naufragio de un buque español rumbo a LIVORNO, que se estrelló en las costas de la isla de ELBA. Con los pájaros que se salvaron pronto comenzaron los italianos a comercializarlos a Bélgica, Suiza, Francia, Holanda, etc. Cuando llegaron a Alemania, concretamente hasta la zona minera de SANT ANDREAS, alcanzaron un gran apogeo y cultivaron unas de las gamas de cante hoy conocidas como del Harz. (Son los roller, antiguamente conocidos como flautas).
Dicen que en aquella zona minera, se llevaban estos canarios a las galerías, sobre todo
para detectar los gases, pues si el canario moría, había que salir corriendo y como allí retumbaba tanto el cante, estos animalitos cada vez cantaban más bajo y con el pico entreabierto, lo que hizo que a lo largo de los años diera lugar a esta bonita raza de cante.
En la segunda mitad del siglo XV, se efectuaron grandes exportaciones a EE.UU. y AMERICA DEL SUR y hasta el siglo siguiente no llegaron a INGLATERRA.
La reina ISABEL I, recibió unos canarios como obsequio de un capitán de la marina inglesa y ella los fue repartiendo entre sus ministros y personal de la corte, lo que hizo que rápidamente estos animalitos gozaran de gran estima y simpatía.
Además se cuenta que fue esta reina, la primera en colocar unas anillas de oro para distinguir los de cada criador.
España tiene el orgullo de que un pájaro genuino nuestro, haya alcanzado semejante propagación y admiración mundial.
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